• barranc del infern por Rafael Cebrián

    Posted on mayo 11, 2013 by admin in excursiones.

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    Desde la Vall de Laguar se pueden realizar también excursiones muy interesantes a la Serra de la Carrasca por la Vall d’Ebo, en donde se halla la Cova del Rull (acondicionada para visitas turísticas) y diversas simas y cavidades de interés espeleológico. Otra ruta tiene como destino la cumbre de la sierra del «Cavall Verd».

    El Barranco del Infierno

    Se trata de uno de los parajes más espectaculares de la Comunidad Valenciana y el que provoca mayor impacto en el visitante. Resulta muy difícil describir las singularidades geológicas y paisajísticas del Barranc Infern, que muchos de nosotros tuvimos la oportunidad de conocer gracias a Rafael Cebrián, el gran especialista de las montañas valencianas y auténtico catedrático del senderismo…, esa difícil asignatura práctica en la que todos seguimos los pasos del insigne viajero del siglo XVIII, el botánico Antonio José Cavanilles.

    Considero oportuno reproducir unos párrafos de la descripción efectuada por Rafael Cebrián en su libro «Montañas Valencianas» (Volumen IV, Comarcas Alicantinas):

    «Cuando el río Girona abandona la cubeta de Ebo, se introduce en una zona de gran complejidad estructural. El cauce se encaja profundamente en un largo y estrecho pasadizo de paredes verticales: el Barranc de l’Infern. El paisaje a partir de la salida de aguas de la depresión de Ebo, es una profunda hendedura de unos 9 kilómetros de longitud, abierta entre la sierra de la Carrasca y el Penyal de Laguar, flanqueando su vertiente occidental, y la Serra de Migdia, cerrando el sector septentrional. Al entrar el barranco en término de la Vall de Laguar, el desfiladero se va estrechando progresivamente y, algo más debajo de la Font Reinós, el cauce queda reducido a una grieta abierta en roca, que secciona la roca caliza. El perfil transversal despeja formas lenticulares y elevadas paredes donde se suceden concavidades que tienden a unirse por la parte alta. Longitudinalmente, el perfil del cauce es un rosario de saltos y cascadas, con grandes marmitas de gigante, labradas por la fuerza del torbellino del agua girando en remolino y arrastrando guijarros o incluso piedras de gran tamaño. En un kilómetro de conducto reforzado, se pone de relieve un conjunto de magníficos ejemplos de morfología violenta de los torrentes, con la huella impresa de un largo proceso evolutivo que podemos seguir y fácilmente interpretar..»

    Si el «Barranc de l’Infern» resulta sobrecogedor, no menos asombroso resulta el singular acceso al cauce del río (casi siempre seco, pero peligroso en días de lluvia intensa). Desde el pueblo de Fleix, parte el camino zigzagueante, formado por mil setecientos cincuenta escalones de piedra, perfectamente construidos hace varios siglos. El camino prosigue, una vez cruzado el cauce del río, por la otra ladera y, una vez alcanzada la parte alta de la montaña, prosigue en dirección a un pequeño poblado perteneciente a la Vall de Laguar: «les Cases de les Jovades».

    Este itinerario forzosamente peatonal constituye el único acceso posible entre Fleix y «les Cases de les Jovades», aunque actualmente pueda realizarse un prolongado rodeo en automóvil para evitar la larga caminata, imprescindible en todo caso si se desea llegar a muchos pequeños bancales, sembrados de cerezos, almendros u olivos.

    Rafael Cebrián propone varios itinerarios para conocer el «Barranc de l’Infern»: uno de ellos está reservado a excursionistas bien preparados y que tengan suficientes conocimientos de técnicas de escalada y espeleología; un itinerario breve permite llegar desde «les Cases de les Jovades» hasta el fondo del «Barranc de l’Infern», pasando por la Font de Reinós en poco más de media hora; otra ruta senderista parte de Vall d’Ebo y, por el «Barranc de l’Infern» y «les Cases de les Jovades», llega hasta la presa de Isbert, continuando posteriormente hasta la Font Grossa y concluyendo en el pueblo de Fleix, empleándose en este recorrido unas dos horas y cincuenta minutos; otro itinerario parte de la Vall d’Ebo y concluye en la Vall de Laguar, tras pasar por la Font Gili, el Corral de la Carrasca, les Jovades, el «Barranc de l’Infern», la Cova Foradà y la Font Grossa, empleándose en este recorrido algo menos de tres horas.

    También resulta interesante aproximarse hasta la presa de Isbert, que cierra el último desfiladero del río Girona, y que constituyó un sonoro fracaso como obra hidráulica, ya que gran parte del agua embalsada se perdía, al filtrarse por el subsuelo. El citado río se inicia en la Vall d’Alcalà, al recoger las aguas procedentes del Penyal Gros y «dels Llombos». Entre la Vall d’Ebo y la Vall de Laguar, el río atraviesa el «Barranc de l’Infern» y,a los pies de Fleix, recibe las aguas procedentes del Barranc del Salt. Una vez superado el desfiladero de Isbert, con la ya mencionada presa, el río Girona discurre por el Vall de la Retoria (Orba, Segili, Tormos, Sagra, Benimeli y Sanet y Negrals) y, tras pasar por El Verger, desemboca en el mar Mediterráneo en la Punta de l’Almadraba (en término municipal de Els Poblets, antes conocido con el nombre de Setla, Mirarrosa y Miraflor, al norte de la ciudad de Dénia), después de recorrer unos 40 kilómetros, íntegramente por la comarca de la Marina Alta.

    Fuente: Las Provincias.

    La “catedral del senderismo” (PR-V 147). La Ruta de los 6.500 escalones.

    El Ayuntamiento de Vall de Laguar ha impulsado la creación del sendero PR-V 147, que ha bautizado como «La Catedral del Senderismo», con el fin de dar a conocer a esta singularidad natural que representa el «Barranc de l’Infern». Se trata de un recorrido circular de unos 15 con tramos zigzagueantes formado por 6.500 escalones de piedra, construido hace siglos por los agricultores árabes para acceder a las áreas de labor del otro lado del río Girona y acceder a “les cases de les Jovades”. Les Jovades era una medida utilizada para la repartición de la tierra durante la repoblación posterior a la reconquista y a la expulsión de los moriscos. Dicen que era la cantidad de terreno que podía arar un mulo durante un día.

    En esta área de la Marina Alta vivieron durante centenares de años los árabes, hasta declararse su expulsión y la obligación a embarcar hacia África a través del cercano puerto de Denia. Ellos nos dejaron, entre otros conocimientos, su forma de aprovechar el terreno mediante los bancales o terrazas, que permiten el cultivo en zonas abruptas como estas.

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